Exposición Lisboa
 Septiembre 2012

 

 

Existe hoy en día la tendencia, cuando nos referimos a la producción de arte, de vincular esta práctica, con los contextos y cambios sociopolíticos que suceden de manera vertiginosa en la actualidad. Es en este escenario que encontramos a Isabel Margarita Haeussler, una artista chilena, cuyo quehacer artístico está influenciado principalmente por el profundo conocimiento que tiene sobre el ser humano, debido al trabajo que desarrolla de manera paralela: la asistencia clínica a pacientes, desde el campo de la psicología.

Isabel Margarita se aproxima, por tanto, a su práctica artística compenetrada y en conocimiento de secretos revelados. Aquello le ha permitido tener una visión del ser humano, en donde luces y sombras develan el profundo misterio de nuestra existencia.

Las obras desplegadas en la exposición, a modo de galería de retratos, nos entregan la posibilidad de reconocernos con mayor o menor fuerza, en aquellos estados bajo los cuales son retratados los personajes. Somos entonces nosotros mismos los que nos encontramos en : Andrea, Giselle, Minimalia, Greta, Teresa o Eloísa.

A la vez, no es arbitrario que junto a los rostros, de marcado expresionismo, se presenten pinturas referentes al cosmos. Con estas obras, la artista nos abre a posibilidades que pudiesen acaso otorgar sentido a la confusión y abatimiento surgidos en el proceso de construirnos o articularnos como personas confrontadas al mundo de hoy.  Son justamente ellas, las que nos incitan a descubrir otros mundos posibles, caminos para encauzar nuestros estados emocionales, que nos interpelan a través de los retratos.

El trabajo de Isabel Margarita, nos enfrenta   a la contemporaneidad misma  y para comprender ésta,  nos invita a lo largo de esta exhibición, a llevar la mirada hacia una posible articulación entre ser humano y trascendencia.

Podemos decir entonces, que el contexto social no le es ajeno a la artista, ya que es desde lo más profundo del ser humano, desde sus secretos develados, que surgen las dinámicas sociales e históricas.

 

Beatriz Bustos Oyanedel

Julio 2012

 

LO ( IN) VISIBLE

Isabel Margarita Haeussler

 

¨La energía de lo visible es lo invisible¨

Marianne Moore

 

Isabel Margarita Haeussler, en su producción artística, incorpora elementos de figuración y abstracción. Estos son tensionados hacia sus límites, momento donde lo difuso se hace presente.

 

Se aproxima así la artista , a reflejar a través de la visualidad, fenómenos y dinámicas propias de los diferentes estados interiores por los cuales atraviesa el ser humano, entre ellos: la búsqueda de lo oculto, las emociones profundas que emanan de la psiquis, el descubrimiento de lo propio desconocido y de puntos de convergencia entre lo visible y lo invisible, el compartir experiencias cósmicas con otros… Su formación y práctica en piscología, se incorpora a este proceso de producción visual.

 

Isabel Margarita Haeussler integra en esta exposición dos procesos que son parte de su quehacer cotidiano: el análisis pictórico y el análisis clínico.

 

Esta muestra es una invitación a develar, y a conectarnos con nuestros propios misterios, llama al espectador a conectarse con sus propias emociones, a descubrir sus propias ( in) visibilidades: “lo sutil, lo escondido, aquello que permanece ahí, tal vez intocado o esperando salir a la superficie…busca disolver límites, difuminar imágenes y sensaciones”. IMH

 

Isabel Margarita Haeussler , psicóloga y artista visual, ha realizado, desde 1995 a la fecha, numerosas exposiciones en diferentes espacios culturales y galerías en muchas ciudades de Chile así como en Francia, Estados Unidos, Argentina y , próximamente, Portugal.

 

Beatriz Bustos

curadora

 

                    

 

Los colores de la memoria.

 

 

La pintura de Isabel Margarita es poderosa y sutil al mismo tiempo, es fuerte y tenue, es luz y sombra, brillo y oscuridad. A través de la mancha y del color esta artista nos habla apasionadamente de la naturaleza, de una naturaleza cargada de sentido y de verdad, por que esta es una pintura de espacios mágicos que nos revela una percepción peculiar y misteriosa del paisaje.

 

Imaginar no consiste en formar imágenes si no que más bien es deformar las imágenes que nos entrega la percepción. En esta serie de pinturas, el paisaje constituye un eje central en torno al cual se elabora una propuesta clara. El recuerdo de una percepción, memoria, emoción, humanidad de los colores y las formas, asombro de la propia existencia.

 

El lenguaje que usa ésta artista es onírico, elaborado y enigmático pero también muy sencillo y directo cuando nos habla a través de volúmenes casi escultóricos.

 

Aquí está presente la pureza y la profundidad, cada una de estas pinturas es un momento suspendido, es el paisaje que vive adentro, y nos hace ver nuestro ser como el único territorio, el cosmos allá afuera y adentro nuestro.

 

Pintura de gran luminosidad, en la que el contraste de los colores complementarios hace vibrar intensamente las formas provocando una visualidad emotiva y sugerente.

 

Al contemplar esta muestra, una profunda paz se apodera de nosotros y nos quedamos con algo que es “la ensoñación misma”.

 

La serie de paisajes que esta pintora nos presenta en esta muestra posee coherencia y unidad dentro de su gran diversidad.

 

 

Concepción Balmes, Junio 2006.

 

 

Camino hacia mi cuerpo presente

 

A cuatrocientos sesenta años de la Venus de Urbino, del Baño de Susana y del perturbador Bronzino, con su alegoría del triunfo del Amor, a trescientos cincuenta años de la Venus del Espejo,   I. M. Haeüssler hace nacer mujeres. Esta colección, realizada entre 2002 y 2008, muestra el camino hacia la existencia de un grupo potente, de grandes carnes y una huesería sólida, mujeres a las que nadie les viene con cuentos.


Cuando esa mañana entré en la casa de la pintora, tuve la sensación de hallarme en una casa llena de gente y llena de tiempo.


Y ahí estaban. Fueron apareciendo una a una, singulares, silenciosas, jamás grupales, aunque estuvieran juntas. Cada una había tejido a su alrededor un aire propio, profundamente solitario y perenne, que las volvía casi eternas.


Las mujeres de Haeüssler se debaten en el caos y luchan por salir a la superficie desde la indeterminación y la falta de rostro en que las ha sumido la actualidad, el lenguaje sin ton ni son de nuestra flamante civilización.


Entré en el estudio y las mujeres me salieron al encuentro de sopetón, galopando entre tonos mostaza, tierra y fuego. Me empujaron hacia atrás. Era necesario alejarse para contenerlas con la vista.


Pregunté cómo era que las mujeres salían del cuadro como lenguas de fuego debatiéndose en medio de una niebla intensamente terrestre, sólida, atractiva. La pintora me habló de una técnica que consistía en preparar la tela con polvo de mármol y pintar encima de este preparado, en vez de preparar la pintura con este polvo.


Dejé de oírla y me llenó el oído el griterío borroso de esas mujeres que venían corriendo desde la eternidad para entrar en mi ojo, naciendo desde el polvo del mármol.


Y así ha sido: las mujeres del polvo de mármol, las bauticé. Son parte de la última etapa de Haeüssler que muestra un proceso de creación que va desde un dibujo delineado, explícito, como se ve en “Reposo” o en “Elisa”, o en “Desnudo con Cubo Azul” y que culmina en este gran cuadro, que me impresionó tanto que olvidé su nombre, donde acuden las mujeres al ojo del espectador, batiéndose y debatiéndose y pariéndose en un caos de terracota originario, ferozmente movible y creador; van caminando y nacen ahí mismo en la contemplación de los volúmenes de la tierra del comienzo del mundo.


Las mujeres de Haeüssler son verdaderas y de ahí su potencia. Vienen de algo mucho más estruendoso, eterno y esencial: vienen del interior, vienen del alma, que las vierte a la existencia sin haberse aún desprendido del barro original. Son hijas genuinas de Eva, y al mismo tiempo, son todas nosotras las que vivimos en este aporreado siglo XXI.


Sus contornos, tienen la gracia de la grasa. No postulan a tener una silueta descarnada, mínima o de cuerpos en serie como las barbies. Cada uno de sus rollos, de sus excesos tiene una gracia y una personalidad intensamente individual. Son mujeres de un movimiento interior que se transparenta en cada una de sus posturas pensativas, insinuantes, profundamente ligadas a la tierra, aunque estén en la tierra azul de los sueños y aunque el azul “no se lleve” esta temporada.


En un escalón de intensidad creciente, encontré, -o tal vez él me encontró - en el fondo de un muro, el feroz cuadro “El objeto del deseo”. Quedé sin palabras. En él se enfrentan, se encuentran y luchan sin cuartel y fundiéndose, dos volúmenes, uno sangriento, poderoso y el otro sensual, receptivo, carnívoro. Se mira el cuadro sin cesar, sin poder despegar los ojos de él y sin que se logre saber el resultado de esta lucha, quién domina, o quién acepta, quién recibe y quién dona. Las dos presencias anhelan y otorgan a la vez en una escena que toca el erotismo más intenso y a la vez, que recuerda el dedo de la creación de la sixtina. Solo que aquí comienza oscuramente desde la potencia de lo terrestre y lo sangriento.

 

 

Ana María Del Río, mayo 2008

 

 

Cuerpo presente

 

En esta exposición de Isabel M. Haeussler, el cuerpo femenino una vez más se propone en su obra como un misterio ontológico. El cuerpo en pose como si estuviese ahí frente al artista, como un sujeto dispuesto a ser explorado en la detención fugaz de un momento cualquiera de la memoria.

 

La artista Haeussler emplea en sus trabajos dos dispositivos clones: la línea color y la mancha matérica . En algunas obras, logra el equilibrio entre ambas estrategias de producción, en otras se resalta de manera vital el borde o la línea que contiene el cuerpo; en otros, el color y la materia rebasan el continente para fundir en un solo lenguaje forma y contexto llegando en muchos a una abstracción simulada.

 

Tal vez, lo importante de esta exposición es constatar cómo la artista se hace cargo de ese misterio que significa lo performático del cuerpo, que, aunque lo entendamos en pose, en la velocidad de acción del ojo y de la mano de la artista está presente la obsesión por detener el transcurso del tiempo, es decir, lo inexorable.

 

Gaspar Galaz, mayo 2008

 

 Una pintura psicológica y mágica


 

Psicóloga infantil por profesión y pintora por instinto, Isabel Margarita Haeussler sabe leer en sus modelos esa mágica energía que hace de un retrato o un paisaje, mucho más que una imagen conocida.

 

Hace varios años que conozco el trabajo de Isabel Margarita. Su preocupación por la investigación de nuevas técnicas y recursos plásticos han estado acompañados de un trabajo permanente respecto del estudio de las formas y estructura de la figura humana.

 

El trabajo de esta pintora se articula a partir del interés por la expresividad que imprime la mancha y el color como constructores de la forma y (figura y paisaje).

 

Ella centra su atención especialmente en los rostros, a través de un tratamiento pictórico de mucha expresividad y soltura, desarrollando en esta búsqueda algo así como sus propias leyes.

 

Isabel Margarita encuentra la inspiración en las gentes de su entorno, seres que sin ser particularmente bellos, personifican su concepto de la autenticidad.

 

Estas pinturas no son en lo absoluto abstractas, sin embargo tampoco están ancladas en el realismo puro, porque constituyen una muy particular percepción de lo real, que tiene mucho más de sicológico y mágico, que de naturalista.

 

En cuanto al paisaje, su trabajo se estructura fundamentalmente a partir de una búsqueda de planos casi escultóricos que se amarran entre sí por medio del color.

 

Estos paisajes aparecen con nitidez gracias a la división de la tela, en distintas zonas de colores, resplandeciendo todos ellos desde su interior, creando así una equilibrada armonía.

 

De este modo, la riqueza del color y la diversidad de las formas, no resultan confusos, si no que subrayan, la activa vitalidad de la naturaleza.

 

Veo en la obra de Isabel Margarita Haeussler, una búsqueda propia de mucha honestidad que da como resultado un trabajo muy sólido y personal que me parece particularmente interesante.

Santiago , mayo de 2001

Critica publicada en el catalogo de la Exposicion "Psicolorgía: la pasion del color".

 

 

Concepción Balmes, Mayo 2001

CHILE VIETNAM